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Emily Keene. Hija del alcaide de una de las cárceles de Londres, nació en 1850 y se educó, por deseo propio, en un internado inglés. En 1872, con veintidós años, viajó a Marruecos acompañando a la familia Perdicaris, impulsada, tal vez, por la ilusión orientalista de su época y, muy probablemente, motivada por el deseo, compartido por otras muchas mujeres británicas, de escapar a la cerrazón victoriana. Como fuera, la joven llegó a Tánger y pronto atrajo la atención del Gran Jerife de Wazan, heredero de la influyente orden religiosa magrebí y uno de los hombres más poderosos del país, con el que contrajo matrimonio y tuvo dos hijos. El Jerife, persona ilustrada y con manifiesto aprecio por las ideas y la civilización europeas, no puso objeciones a que Emily conservara sus propias creencias y costumbres, un estilo de vida que ella supo mantener sin menosprecio del respeto, mutuo, por sus conciudadanos marroquíes. Asentada en Tánger, participó de la actividad político-religiosa de su marido, realizó numerosos viajes por el Magreb y Europa, y llevó a cabo un interesante trabajo social en el ámbito higiénico-sanitario, promoviendo, entre otras cosas, la introducción de la vacuna de la viruela en Marruecos, por lo que recibió distintas menciones honoríficas. Vivió en Tánger hasta su fallecimiento, según sus allegados, en 1944.
Mezcla de diario y cuaderno de viaje, narra la vida de Emily Keene, la joven extranjera que viajó a Tánger a finales del XIX y encontró un insólito destino.