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Manuel Fernández y González nació en 1821, y su niñez quedó marcada por el encarcelamiento de su padre, un revolucionario al servicio de Riego. Esto lo llevaría a adoptar una ideología basada en el respeto a la monarquía. Con todo, se dejó influir por la literatura de los más liberales, y en especial por Larra; no menor fue el peso que sobre él tuvo la narrativa por entregas, de la mano del francés Sue. A partir de ahí, desarrolló una prolífica producción novelesca en la que transgresión característica de los héroes del Romanticismo más heterodoxo se integra en un discurso conservador y católico, mientras que la complejidad argumental de la novela histórica queda extremada con el paso al folletín. Llegó a publicar en torno a unos doscientos títulos que colmaron de ganancias a numerosos editores, pero que compuso a toda prisa, apremiado por las necesidades económicas a las que lo arrastraba su vida bohemia. En consecuencia, la calidad de sus textos fue siempre muy variable, lo que le supuso el exilio total del llamado «canon literario». Finalmente moriría en 1888, ciego, alcoholizado y arruinado. Pese a todo, fue admirado y reconocido por escritores de la talla de Blasco Ibáñez, Galdós o Baroja.
La controvertida novela que catapultó al éxito al que, en palabras de Blasco Ibáñez, fue "el resucitador de la novela española".