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Cuando en octubre de 1936 Luis Amado Blanco (Riberas de Pravia, 1903 - Roma, 1975) llegó a La Habana como exiliado republicano, dejaba tras de sí una prometedora carrera literaria. En España había trabado amistad con poetas de la talla de Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca y Rafael Alberti, era ya una firma conocida en publicaciones como La Gaceta Literaria o Revista de Occidente y había publicado su poemario Norte (1928) y las impresiones de su viaje a la antigua Unión Soviética en 8 días en Leningrado (1932). En Cuba, país del que adquirió la nacionalidad, mantuvo una destacada labor como autor, director y crítico teatral, literario y de arte, además de publicar los poemarios Poema desesperado (A la muerte de Federico García Lorca) (1937) y Claustro (1942), y una valiosa obra narrativa que comprende los títulos Un pueblo y dos agonías (1955), Doña Velorio. Nueve cuentos y una nivola (1960) y Ciudad Rebelde (1967). Tras el triunfo de la Revolución cubana, desempeñó una larga carrera diplomática, sobre todo como embajador ante la Santa Sede desde 1962 y hasta su muerte en Roma. A este último periodo italiano de su vida corresponde Tardío Nápoles (1970), un poemario que refleja su deslumbramiento ante Nápoles, ciudad en la que vio una posibilidad de regeneración personal y estética. Mediante un discurso intensamente culturalista y vitalista, Amado Blanco desarrolla en sus páginas una meditación existencial que es también una recapitulación del conjunto de su poesía, al tiempo que se replantea, con lucidez y serenidad, las posibilidades de aceptar el exilio como una vivencia positiva.
Una mirada que enlaza con maestría vitalismo y culturalismo, trasladando al lector el encuentro con la fascinante ciudad del sur de Italia.