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Jean-Baptiste Labat (París, 1663- París, 1738) de la orden de los dominicos fue más conocido como el Padre Labat, apodado también como «el capellán de los filibusteros». El viaje fue su forma de vida, recorriendo los mares en naves de dudosa reputación, mezclándose con la más baja ralea, aunque siempre consiguiendo el respeto y dando fe de sus altos dotes para el mando. Con treinta años se embarcó para América no tanto por un empeño religioso o por cumplir con una misión evangelizadora sino por el ánimo y el espíritu de vivir una vida distinta, plena de aventuras. Su fama no fue precisamente la de un mártir sino más bien la de un hombre epicúreo. Durante los doce años que permaneció por tierras americanas, destacó no sólo como religioso, sino como, explorador, botánico, matemático, ingeniero, llegando a construir molinos para mejorar la producción de azúcar y otros artilugios que hasta hace muy poco tiempo aún se estaban utilizando. De las peripecias del Padre Labat por las islas americanas sabremos pronto cuando esta misma casa editorial publique su Viaje a las islas francesas de América. Luego de esto volvió a Francia, pero su ansia por el viaje le impidió estarse quieto y emprendió una nueva aventura que le trajo por España e Italia. Los últimos años de su vida, los dedicó a poner su obra en orden y a publicar los libros que fruto de sus andanzas había ido escribiendo, Viaje por España e Italia, Viaje del caballero de Marchais a Guinea y Cayena, Relación de Etiopía occidental, etc.
Un cura explorador, botánico, matemático e ingeniero recorre Andalucía a comienzos del XVIII