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Émile Zola nació en París en 1840 en una familia de origen veneciano. Después de unos años de bohemia literaria en París, Zola es jefe de publicidad de la librería Hachette y periodista literario. Escribe también sobre arte y alaba a los pintores de la Escuela de Batignolles (Edouard Manet), es decir, a los futuros impresionistas, lo que provoca un gran escándalo. Para Zola, el novelista es como el naturalista y apuesta por una literatura de análisis inspirada por la ciencia. Toma partido contra el régimen monárquico y se deshace progresivamente de sus resabios románticos. Con el libro Thérèse Raquin (1867) nos da su primera novela naturalista. Influido por las investigaciones científicas sobre las leyes genéticas y las pasiones, inicia una gran obra cíclica (1871-1893) a lo largo de veinte volúmenes: Los Rougon-Macquart, historia natural y social de una familia durante el 2° Imperio. Otras novelas naturalistas describen el París popular en La taberna (1876), el mundo de las cortesanas en Nana (1880), el poder destructor del capital en El paraíso de las damas (1883), la mina y los mineros en Germinal (1885), los campesinos en La tierra (1887) y otras historias de dramas íntimos: Los cuatro evangelios (1889-1903). Toma partido en el caso Dreyfus con su artículo «Yo acuso» (13 de enero de 1898) que le obliga a exiliarse en Inglaterra, convirtiéndose así en el primer intelectual comprometido de la época contemporánea. De vuelta a Francia un año después, con su fama literaria aún intacta, desempeña un influyente papel como intelectual en la opinión pública. Muere accidentalmente en 1902.
la historia negra de una desesperanza en los principios del ferrocarril