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Edición de José Teruel.
La correspondencia cruzada entre la novelista Carmen Laforet y el crítico de la cultura Emilio Sanz de Soto confirma que Laforet, pese a su mutismo publicitario, no renunció hasta el final a su ejecutoria de escritora, y recupera parte del tejido de la memoria de Sanz de Soto, tan carente de registros en letra impresa. La libertad fue la meta vital de ambos y la dificultad de encontrarla en la España de su época, el argumento central de sus respectivas biografías. Odiaban ser dirigidos y dirigir, y les gustó relacionarse con gente libre. Eran dos seres dotados de narración. Creían en la aristocracia de los sensibles, de los considerados, de los valerosos. Todo lo humano les parecía comprensible, sin etiquetas, sin el poder reductor de esencialismos identitarios. Este epistolario es también la historia de «una amistad amorosa», un concepto y una experiencia de difícil absorción en la cultura española, pero que continuamente estuvo en boca y en vida de Emilio Sanz de Soto y Carmen Laforet. La lectura de estas cartas está presidida por una perentoria necesidad de diálogo que nos remite al hermoso ensayo de Virginia Woolf, The Humane Art, en el que concibe el género epistolar como el arte más humano, al hundir sus raíces en «el amor a los amigos». Estas cartas inéditas son las que cubren un mayor lapso de toda la correspondencia de Carmen Laforet (desde diciembre de 1958 a agosto de 1987) y contribuyen a un mejor conocimiento de la escritora de Nada y de las «memorias literarias vivas» de un testigo excepcional de la cultura española del medio siglo: Emilio Sanz de Soto.