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Mito y tradición en el teatro del exilio republicano de 1939 presenta un estudio panorámico del uso de mitos y temas tradicionales en la obra de los dramaturgos desterrados. A partir de un concepto de mito amplio, abarca tanto la recreación de temas nacionales o hispánicos, como la de mitos clásicos grecolatinos; tiene en cuenta arquetipos literarios tradicionales, como Don Quijote o Medea, o históricos, como El Cid o Fuenteovejuna, y se fija también en la construcción de nuevos mitos, como Goya o García Lorca. La primera parte del libro se centra en los mitos hispánicos y ha sido realizada por Verónica Azcue y la segunda, dedicada a los mitos grecolatinos, es obra de Teresa Santa María. Como se hace evidente, la recreación de personajes e hitos hispánicos es una opción que aparece relacionada sobre todo con la noción de identidad, con el afán de los exiliados por recuperar, desde los diferentes países de acogida, la propia tradición y de mantener los vínculos con la cultura de origen. Por su parte, los mitos grecolatinos, además de servir a la expresión y configuración de la identidad, responden también a cierta tendencia hacia la universalización de la experiencia. Más que tendencias opuestas, la recuperación de la tradición e identidad nacional y el intento de generalizar la vivencia en el exilio dentro de un contexto universal se conciben aquí como vertientes complementarias que caracterizan la obra de varios dramaturgos. Se incluyen en este estudio autores diversos, desde los nacidos en la década de 1880 o poco antes, como León Felipe o María de la O Lejárraga (María Martínez Sierra); los pertenecientes a la «Generación de la República», como Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, José Bergamín o Álvaro Fernández Suárez; los dramaturgos de la «Generación del 36», como María Luisa Algarra o Álvaro Arauz, y hasta los hijos de exiliados o los «niños de la guerra», como José Ramón Enríquez o Ángel Gutiérrez.