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Empieza a leer el segundo volumen de los Diarios Españoles de Carlos Morla Lynch, ya en librerías.
Es un placer presentaros el segundo volumen de los diarios del diplomático chileno Carlos Morla Lynch. Este segundo tomo de quien mantuvo amistad con Federico García Lorca, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre y demás poetas de la generación del 27, abarca desde 1937 hasta 1939, un testimonio crucial de la Guerra Civil. Os invitamos a sumergiros en sus escritos:
12 de julio de 1937
Me paso la mañana en el «laberinto» de la embajada, luchando con las exigencias de los asilados. Mientras los aviones cruzan el cielo, se sigue hablando de la ofensiva y del aniversario de la revolución, el dieciocho del actual, que traerá grandes acontecimientos. en casa han sido habilitados los sótanos. Nos han pedido los camiones, otra vez, para la Cruz Roja. He ido a la embajada de Francia donde reinaba también el desconcierto. Allí, las hijas del escultor Blay protestaban porque no querían recibirlas y se lamentaban diciendo que, en tiempos de su padre, tenían todas las puertas abiertas.. Me voy, dejándolas en un mar de llantos... De Chile han llegado periódicos relatando la llegada de la primera expedición de refugiados. Hay palabras de gratitud para el embajador Núñez Morgado y ni una sola para mí, que los acompañé hasta Valencia. Ahora se ha producido un cambio de actitud de la gente perseguida. Ya no piden asilo sino que penetran en las embajadas y declaran «que de allí no se mueven»... Ha venido el representante de el salvador, cuya legación está bajo nuestra bandera. Se le había metido de esa forma todo un señor doctor. Le he puesto un telegrama a Valencia, al ministro de Estado, pidiendo una respuesta definitiva en relación con la evacuación. En la noche, el patio está iluminado. se ve lo que ocurre en todas las habitaciones, como en el cine. Contemplo escenas diversas...
28 de febrero de 1939
Ha venido a verme esta mañana el poeta chileno comunista Juvencio Valle, acompañado de Miguel Hernández, el poeta pastor de cabras, que era amigo de Federico García Lorca y Pablo Neruda.
Ha escrito mucho a favor de los «leales» y contra «Franco-traidor» y los nacionalistas. El peligro en que se encuentra es grande y viene a pedirme «asilo».
Su mujer está en Alicante. No sabe si irse allá, donde no hay embajadas. Querría salir de España, dan pasaportes a millares, pero naturalmente no a los de edad militar que están movilizados. Además ¿dónde ir, cómo y con qué? No dejan sacar suma alguna.
—Los pasaportes –digo– se ofrecen por la prensa a millares, pero luego no hay transportes para la gente.
Sin embargo sale todo el que puede hacerlo. Me cuentan que Alberti, María Teresa León y Santiago Ontañón han salido ya, sin acordarse de él. Así es la vida. Por eso estaban tan tranquilos el otro día. Me alegro de haber ido a ofrecerles asilo, el día antes de la partida de ellos, que yo ignoraba.
A Miguel Hernández le contesto lo que a todos. No le aconsejo solicitar pasaporte a estas alturas, sirviendo en el ejército, y le otorgo el asilo para cuando lo necesite.
Juvencio me da a entender que Alberti le ha desilusionado. No lo quiere, ni a María Teresa León tampoco. Está solo en la Alianza de Intelectuales y quiere irse a otra parte. Alberti y Ontañón tampoco me hablaron bien de Juvencio, el otro día.
Después de su partida, me llega una carta de Rafael Alberti, cariñosa, agradecido, pero con la que me manda a un señor húngaro, pintor, «que ha hecho mucho por salvar el tesoro artístico de Toledo» y que me expondrá su caso.
25 de marzo de 1939
He despertado con el ruido insistente de las sirenas. Nadie se mueve. Me doy cuenta ahora de que el otro día, mientras caminaba por la Castellana con Raúl Izquierdo, resonaron también las sirenas. Ni siquiera nos dimos por aludidos ni nos referimos a ellas, tan acostumbrados como estamos a oírlas. El Liberal reapareció ayer. Había sido suspendido a causa del artículo titulado «Mensaje de paz», considerado demasiado favorable a la rendición y demasiado suave con el enemigo. Pero esa suspensión duró veinticuatro horas y ha tenido por objeto «sujetar un poco», evitar ir tan deprisa. en el número de ayer salía mi respuesta a la encuesta que me hicieron. Hoy publican la de Ramón Estadella, el cubano, parecida a la mía. Aparece también un magnífico artículo de fondo titulado «Que cualquier acontecimiento nos sorprenda unidos». se refiere a la situación internacional, que va agravándose.