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Por Christina Linares
Cuando hace un par de semanas me pidieron mis 8 libros del siglo XX para un reportaje del Cultural del diario El Mundo se me ocurrieron muchos títulos y solo tuve clara una cosa: la mitad de mi lista debía estar compuesta por mujeres, al igual que la mitad de la humanidad lo está. Es evidente que a un editor que no publica literatura escrita por mujeres le será más difícil recomendar e incluir en su lista a autoras. Para mí no. En seguida tuve tantas candidatas que me encontré con lo que llamamos en francés l'embarras du choix, es decir, el problema de tener demasiado donde elegir. Porque si bien es cierto que nos han vendido que hay pocas mujeres escritoras de las que aprender y que además son de poco valor, no debemos equivocarnos: pocas publicaban, pero las que lo hacían tenían una calidad literaria sin igual; pocas en comparación con los hombres que publicaban. Pero realmente son muchas más de las que creemos y mucho mejores de lo que nos han dicho, porque siempre han tratado de infravalorarlas e incluso borrarlas. Y ahí entra la labor de Renacimiento: poner al alcance del público una literatura que nos ha sido arrebatada, una genealogía desarraigada. Dicen que no pasaron la criba del tiempo, que el canon no las incluyó por falta de calidad. Hemos demostrado que no es cierto. Dejemos que las nuevas generaciones lo decidan. Creo que fueron mujeres adelantadas a su tiempo y a quienes sus coetáneos hombres no supieron entender o simplemente no se molestaron en leerlas. Mientras estuvieron vivas nadie pudo con ellas y fueron pioneras, reporteras de guerra, fundaron revistas... Pienso en Concha Méndez, en Carmen de Burgos, en Emilia Pardo Bazán, en Concha Espina, en Elena Fortún, etcétera. Muchas de ellas, con obras investigadas en universidades desde hace décadas, solo están al alcance de las lectoras desde hace relativamente poco. La lectura de cada una de estas autoras invita e incita a saber más de ellas. Pienso en Rosa Arciniega, a quien ahora empiezan a redescubrir en su Perú natal gracias a la labor de la investigadora Inmaculada Lergo, en Clara Campoamor, a quien todos los políticos citan pero pocos han leído. En Elisabeth Mulder, traductora de Pushkin, que publicaba desde su adolescencia, igual que María Teresa León o Luisa Carnés. Pienso en sus increíbles legados literarios.
No me costó incluir a 4 mujeres en mi lista, lo que me costó fue decidir a qué 4 elegir. Fueron Luisa Carnés, Carmen Laforet, Rosa Chacel y María Teresa León. Y por pudor a incluir en mi lista libros publicados por mí, muchas quedaron fuera. Por eso, y para hacer un poco de justicia literaria, hoy, os recomiendo mi lista de 8 libros imprescindibles de mujeres recuperadas en Renacimiento. Recordémoslas y no serán olvidadas, nombrémoslas y estarán presentes, pero sobre todo leámoslas. Y volverán a la vida.
Christina Linares.
(Fotografía de Yolanda Cardo)