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ALFREDO CABANILLAS BLANCO (1895-1979), solo quiso ser periodista, profesión que siempre vivió con pasión. Vinculado desde muy joven al diario El Heraldo de Madrid, del que llegaría a ser director, fue corresponsal en la guerra de África. Destacado miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid, a él se debe la construcción de la primera Colonia de la Prensa de Madrid. El Heraldo fue el principal soporte y refugio que tuvieron los republicanos de izquierda durante el «bienio negro» y en las elecciones de febrero de 1936 tuvo también un papel relevante con su propia campaña a favor del Frente Popular. Llegada la guerra civil, y con el propio Cabanillas en la dirección, fue también el diario que apoyó sin fisuras a los sucesivos gobiernos legítimos de la República, y fue su enfrentamiento con quienes ejercían la represión ilegal en Madrid en los primeros meses de la guerra, además de su condición de católico, la razón que le llevó a marchar de España a mediados de 1937. En la «nueva España» no tenían cabida gentes templadas y liberales como Cabanillas y, en condición de exilado, en la Argentina, permaneció hasta los años sesenta, siéndole prohibido a su regreso el ejercicio del periodismo por el entonces ministro de Información, Manuel Fraga Iribarne. En estas memorias se encontrará también una defensa de la trayectoria política de Manuel Azaña, de quien el autor se confiesa admirador.