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En la noche del domingo 5 de marzo de 1939 se abrió un nuevo capítulo en la historia de España al ser asumido el poder del Gobierno por parte del Consejo Nacional de Defensa, dirigido por el coronel Segismundo Casado. El coronel Casado fue jefe de la Guardia Presidencial de Niceto Alcalá-Zamora y posteriormente de Manuel Azaña al iniciarse la guerra civil española en 1936, y jefe de Operaciones de Estado Mayor, Director de la Escuela de Estado Mayor, Inspector General de Caballería, jefe del Ejército de Andalucía, jefe del Ejército del Centro y Consejero de Defensa del Consejo Nacional. Asumió las consecuencias de las decisiones que tuvo que tomar, y fue un militar respetado y admirado por todos, que, luchando en defensa de la República, trató de minimizar la masacre final en una guerra que estaba inevitablemente perdida. En la hora postrera, encarnó el realismo y el sentimiento humanitario frente a la insensatez y el fanatismo de otros. Quiso poner fin a la guerra de un modo pacífico y digno, y si no lo logró fue por la intransigencia y soberbia de los vencedores. De lo que no hay duda es que su desesperado gesto salvó muchas vidas humanas. Los que se acerquen, libres de prejuicios partidistas, a este diálogo con la obra memorialística del coronel Casado convendrán en que sus motivaciones patrióticas están fuera de duda y que, en aquella difícil coyuntura, actuó con honestidad y valor.