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Postismo y La Cerbatana: la vanguardia en la posguerra Rafael de Cózar Universidad de Sevilla Las revistas Postismo y La Cerbatana, ambas con un solo número, publicadas en 1945, tuvieron amplia repercusión en su momento por su carácter rupturista, no ya sólo en el plano estético, sino también en la faceta ideológica y moral. Como órganos del movimiento Postista, que lanzaron Eduardo Chicharro, Carlos Edmundo de Ory y Silvano Sernesi, representaba un claro ataque a la corriente «garcilasista» que imperaba en el momento, línea de un trasnochado neoclasicismo, bastante alejado de la conmoción que supuso la guerra civil y los primeros años de posguerra. En este sentido hay que entender a las revistas y al movimiento postista no tanto en sí mismos, sino como reacción, como propuesta de signo contrario a la línea dominante y además, como intento de recuperar a las vanguardias, claramente rechazadas en esos momentos también por razones ideológicas. De ahí el título, «Post-ismo», lo que va detrás de los ismos, una recuperación del sentido lúdico y crítico, especialmente del surrealismo, que fue la razón básica para la censura y desaparición de las revistas y del movimiento. Evidentemente declararse herederos del surrealismo, que había tenido una relación estrecha con las izquierdas y, concretamente en Francia, con el partido comunista, en la España de los cuarenta suponía un auténtico suicidio, lo que ocasionó el silencio de la obra de Chicharro y Ory hasta inicios de los setenta. Las reacciones contra las revistas y el movimiento, acusando a sus promotores de judeo-masones e inmorales fueron inmediatas, aunque también hubo alabanzas de autores como Eugenio d'Ors, Aleixandre e incluso Juan Ramón. El cierre de Postismo, era por tanto imaginable, al igual que sucedería con el nuevo intento que representaba La Cerbatana. Actualmente hay ya profundos estudios sobre el movimiento, así como de la vanguardia española en su conjunto, prácticamente silenciada durante todo el franquismo, pero se hacía imprescindible recuperar estas revistas de muy difícil localización, sobre todo porque en la primera se incluía el primer manifiesto postista, lo que supone un hecho significativo: Si en España, salvo en algún caso contado, no se dieron los ismos en un sentido estricto (Manifiestos, Revista, Estrépito, y sentido de grupo cohesionado) al modo europeo, este movimiento sí cumplía todos los requisitos. De hecho los manifiestos, en los que se intuye sobre todo el conocimiento profundo que tenía Chicharro de la vanguardia europea, suponen la más completa elaboración teórica de todos los movimientos españoles, una detallada exposición de la relación que guardaba el Postismo con cada uno de los principales ismos europeos, señalando sus coincidencias y divergencias con todo detalle. La cuestión no es secundaria pues si unimos los cuatro manifiestos, suponen una extensión superior a lo que ocupan las dos revistas, teniendo además en cuenta que, no abundando en España estos grupos organizados de vanguardia, cabe pensar, como sucede en la generación del 27 con respecto al surrealismo, que la participación de los españoles en los ismos no fue tanto integración consciente y voluntaria como aproximación personal, cada uno a su modo. En este sentido no parece extraño el predominio de andaluces entre los surrealistas españoles. Desde la perspectiva actual comprendemos que aparte de esa vinculación con la vanguardia anterior a la guerra civil, hay en el Postismo puntos en común con lo que en esas fechas, tras la segunda guerra mundial, se estaba desarrollando en Europa, lo que llamamos segunda vanguardia o vanguardia experimental. Efectivamente el movimiento no sería tanto el último de los ismos, sino el primero de esta nueva vanguardia que tendrá su desarrollo a partir de los años sesenta. De hecho, una rápida visión de ambas revistas demuestra ese interés de los postistas por no quedar reducidos al ámbito literario. La plástica y sobre todo la música eran también esenciales en el movimiento (ilustraciones y dibujos, juegos tipográficos), así como el juego musical llevado al extremo en el poema, que anuncia la posterior «poesía fonética». Al parecer fue de Carlos Edmundo de Ory la idea de crear una revista portavoz del grupo, y la financiación corrió a cargo de Silvano Sernesi, siendo el responsable de la maquetación y principal teórico del grupo Eduardo Chicharro. Pero la polémica no sólo se plantearía tras la salida de la revista, sino que ya está en ella, como puede verse: E. Lafuente Ferrari, o Julio Trenas escriben contra el Postismo, mientras Wenceslao Fernández Flórez lo defiende abiertamente. En definitiva, la edición ahora de ambas revistas se venía haciendo imprescindible, una vez que ya parece consagrado el movimiento en su papel histórico.
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