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En el primer tercio del siglo XX empezó a correr un tiempo nuevo para el conocimiento y el reconocimiento del flamenco. De las fiestas de los señoritos andaluces, las ventas, los cafés cantantes y los prostíbulos, el cante jondo dio el salto a la historia de la literatura en español. De ser una manifestación marginal que no contaba con la mejor consideración de literatos, intelectuales y artistas, y en la que muchos de sus intérpretes y creadores eran gitanos, pasó a ser una de las más influyentes y genuinas formas de expresión musical. A ello contribuyeron músicos como Falla y escritores como Lorca, Alberti, Villalón, Neville, Hernández, etc.; pero también artistas como Torre, Chacón, la Niña de los Peines, Caracol, la Argentinita o Sánchez Mejías. Federico es sin duda indispensable para entender ese tránsito, aunque al hacerlo se nos planteen las dudas de cómo pudo escribir el Poema del cante Jondo o el Romancero Gitano sin demasiados conocimientos de flamenco. En este ensayo se aclaran las claves de algunos de sus romances, como los dedicados a la Guardia Civil o a sus amantes. Pero lo cierto es que todos estos personajes marcaron un antes y un después para el flamenco.