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Estos treinta y seis pasos perdidos son una suspendida realidad en la vida de Antonin Artaud, es muy conocido su viaje sobre la Tarahumara así como del Teatro de la crueldad o sobre el Teatro Alfred Jarry. Pero, ¿qué sabemos sobre esa transición entre el viejo continente y la espiritualidad mexicana? ¿Qué sabemos sobre sus andanzas en la inmensidad de la noche por los mil y un vericuetos de las zonas más sórdidas y espeluznantes del lumpenaje mexicano, que para el poeta francés significaron un sendero alterno a la salvación del espíritu? ¿Cómo era México cuando llega Artaud en 1936? ¿Cómo eran sus espacios callejeros de la clandestinidad? ¿Quiénes eran los poetas y artistas que tuvieron cierta noción del poeta francés y que algunos le brindaron ayuda, consciente o inconscientemente? Seguir el rastro del autor de El Pesanervios implica trasladarnos al reflejo de la memoria de lo que en ese entonces era la cultura mexicana, su entorno y su locura cotidiana que, aunque Artaud evadió y que prefirió la seducción de los bajos fondos del famoso cuadrante de la soledad, da paso para vislumbrar las huellas perdidas y el infierno que vivió Antonin Artaud en la Ciudad de México. Marco Itzammá