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Prólogo de Enrique Andrés Ruiz.
Madrid, escenas y costumbres, publicado en dos series, en 1913 y 1918, respectivamente, viene a consistir en una especie de teatrino o galería portátil que recoge en cuadros estancos la gran colección de vidas condenadas en las que el Madrid de las primeras décadas del siglo XX muestra su cara de vinagre y su color de cadaverina. En cajones que se abren al surtido de las miserias, aparecen y desaparecen las putas, los truhanes, los niños desahuciados y toda la trapería de una ciudad sin redención. Pero es esta disposición en cuadros cerrados lo que añade al libro un plus de significado, como si el autor, convertido en una especie de maestro de títeres, nos invitase a visitar el tablado portátil de los monstruos: ¡Pasen y vean! ¡Aquí está Lola la peinadora, aquí la Tonta de la Pandereta, aquí las galerías mugrientas del Paseo de las Acacias! Solana es uno de los grandes pintores del siglo XX español y un escritor sin par –que también pinta cuando escribe–. En algún pasaje de la obra él mismo habla de la célebre Posada del Peine como de uno de sus hospedajes en los tiempos de la escritura de este libro. Camilo José Cela se interesó por la obra literaria del pintor Solana y le dedicó su discurso de ingreso en la Academia. E.A.R.