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De lo que fue un genio ha nacido un mito. Desde una serie en Discovery Channel hasta un coche eléctrico que la humanidad ha enviado a Marte. Y es que tesla también creyó en la comunicación con los extraterrestres. Sin apenas literatura, casi desde la entomología, se propone aquí un viaje cuajado de aventuras hasta el hipocentro de su personalidad, sin elusiones. Desde la muerte de su hermano y la guerra de las corrientes a la energía universal y gratuita para acabar con el hambre en el mundo. Tesla se inspiró en Leonardo da Vinci desde que era niño y soñaba con volar. Fue un seductor consumado, un dandy que ignoró incluso el guante que le dejó caer Sarah Bernhardt. Hoy el nombre de Edison es insignificante al lado de quien le perdonó doce millones de dólares a Westinghouse y acabó arruinado y dándoles de comer a las palomas de Central Park. Desde el sillón Voltaire no cabe viaje más apasionante. Tesla inventó tantas cosas que no le dio tiempo a registrar las patentes, de ahí que le robaran desde la radio (Marconi) hasta los rayos X (Röntgen). Lo más difícil ha sido no dejarse deslumbrar por la chispas. También pronunció cientos de conferencias multitudinarias, tantas como Houdini, así que como este dijera, pasen y vean, aquí sigue vivo Nikola Tesla.