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Hacia 1492 aparece en Sevilla; cuando aún no está acuñado el término novela, y menos el de romántico, un texto titulado Cárcel de amor al que su autor Diego de San Pedro le da el nombre de Tratado. En él se narra la historia apasionada de un enamorado, Leriano, por Laureola, la hija del rey, comprometida con su elección de la fama y la honra para alcanzar la gloria sobre la efímera realidad. El argumento novelesco se enriquece con la presencia ficcional de la alegoría, el testimonio histórico y la acción de unas cartas que juegan en función de diálogo entre los personajes; con lo que ello anima las interpretaciones políticas, religiosas o amorosas del texto por un lector que aquí es un Auctor, impertinentemente atraído por la belleza de Laureola, con lo que se anima la presencia de textos como el De amore, de A. Capellán, y una cronología de intrigas, desafíos, juicios de Dios, adulterios y una guerra cuya animada acción justifica que la princesa Isabel de Este, que encarnaba el ideal de la «donna intelligente e colta del Rinascimento», persiguiera un ejemplar de la Cárcel por la ciudad de Milán. Desde su aparición, Cárcel de amor alcanzó la gracia de numerosas ediciones acompañadas de ricos grabados y una atención crítica que se enlazó con el romanticismo dentro de una vinculación en la que ya Luis Usoz lo relacionó con el Werther Leiden del gran Goethe y un primer reconocimiento de la literatura española en Europa que aceptó la mejor crítica.