Menú
- inicio
- Catálogo
- Poesía y Teatro
- Historia y Memorias
- Narrativa y Ensayo
- Bibliotecas de autor
- Ulises
- Revistas
- mas vendidos
- Autores
- Prensa
- Comunidad
- Nosotros
- Digitalización
¿Quién no tiene enemigos? El tango-canción no escapó a esta fatalidad. Durante muchos años, al contemplar su decadencia, se diagnosticó la invasión de «ritmos foráneos» como la bestia negra a combatir. Por una disposición estatal, se logró allá por la década del cincuenta que en las radios, salas de baile y espectáculos debía propalarse obligatoriamente un porcentaje mayoritario de música nacional. Fue inútil. Los inefables «ritmos foráneos» siguieron apareciendo y desapareciendo al compás del almanaque, que es universal. Recordemos: el bolero, el baión, la rumba, el twist, el Calipso, el pata-pata…y el mundo siguió y seguirá andando. Las bellas y sentidas letras de tantos extraordinarios tangos tenían un enemigo mucho más insidioso que los cacareados «ritmos foráneos», y más difícil de localizar, porque también se denominaban tangos. Al menos así se inscriben en los registros autorales. Su origen es tan remoto como los principios del género, pero su exquisito pináculo lo podemos situar en las décadas del cincuenta y sesenta, en las que se popularizaron cantidad de «tangos» de autores expertos a más no poder en ramplonerías y situaciones absurdas, afirmaciones insensatas y perogrullescos refranes. Hemos seleccionado cien de estas joyas. A disfrutarlas.