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Traducción de Rafael Lobarte Fontecha.
Percy B. Shelley es un poeta fascinante. En él se conjugan una serie de elementos que, en principio, pudieran parecer paradójicos y que, por el contrario, lo hacen absolutamente singular y, al mismo tiempo, un paradigma del Romanticismo. De origen aristocrático, pero con un pensamiento político radical; místico en su concepción teórica del amor y, sin embargo, sensual y promiscuo; ateo o más bien, agnóstico confeso y, a la vez, un reconocido panteísta que creía fervientemente en el poder de la palabra; un hombre que murió en plena juventud y, no obstante, dotado de un pensamiento filosófico profundo desde los inicios, Shelley fue, sobre todo, un rebelde e iconoclasta, que buscó, y alcanzó, una absoluta perfección formal en su trabajo, un espíritu vigoroso y apasionado, aunque siempre propenso a la melancolía.