Que acertadas son las palabras cuando las dice un niño que balbucea, porque, aunque no alcanzan a nombrar lo que quieren, sin embargo, son parte de la construcción de su mundo. Y a la vez edifican el de las personas de su entorno. Palabras primeras sin conciencia de su capacidad creadora, de lo que sucede al decirse o al callarlas. En este libro, ¿Y ahora qué?, título tomado de un poema de la primera parte del mismo, el poeta nos presenta su disposición continuada al asombro y a la celebración. Se recorre un camino iniciado hace años donde no se elude la reflexión ni la emoción. Poemas que surge de la necesidad de expresar, como la que tienen los niños que están aprendiendo a hablar mientras juegan y crecen. Es fácil maravillarse con lo extraordinario, recibir como un don lo que no es habitual. Lo difícil es mantenerse expectante en lo diario y vivirlo como un acontecimiento. Eso es lo que hace el poeta: jugar con las palabras, encontrar intensidad en el día a día, creer que lo milagroso se levanta sobre las frágiles y sencillas estructuras cotidianas. Y cantarlo. Un libro que encierra temores ante lo irremediable que pasa, las culpas que la memoria guarda. Mientras que la belleza alrededor, en la mayoría de las ocasiones asociada a la naturaleza, se nos revela; el dolor, como arquitectura del yo, nos construye; y el amor, nos define.